FICHA TÉCNICA
Recorrido: Circular al Monte de Tonda
Identificación: Los Secretos de Tonda
Distancia: 10,59 kilómetros
Circular: SI
Dificultad: Fácil
Tiempo total: 3 horas
Tiempo en movimiento: 2 horas y media
Cota máxima: 1.119 metros
Cota mínima: 918 metros
Desnivel máximo: 280 metros
Recomendable con niños: SI
Recomendable para inexpertos: SI
Mejor época: Otoño y Primavera
En tierra de jamones, un paraje pata negra. Mucho más cerca de lo que nos imaginamos nos topamos con este paraíso desconocido. Un verdadero descubrimiento in-pandemia: la Sierra de Tonda.
A poco más de 6 kilómetros de Guijuelo, en la carretera SA-214 que une la localidad chacinera con Valdelacasa, surge la entrada a este rincón que pasa tan desapercibido.
Un paso canadiense y un muro con la inscripción “Mancomunidad de Salvatierra” adornan el acceso a este lugar cargado de magia, sobre todo en otoño pero también en primavera.
RECORRIDO TEMATIZADO
El camino discurre plácido, sin grandes estridencias ni desniveles, apto para todo tipo de caminantes, de todos los perfiles y condiciones físicas.
Además, la senda tiene un gancho especial: está tematizada para que los senderistas descubran uno, a uno, seis lugares u objetos que se encuentran en el Monte de Tonda. Se trata de la fuente, la tortuga, el refugio, el mirador, la charca y la Virgen de la Asunción.

No somos de hacer spoiler o sea que no vamos a avanzar el guión de la película ni la situación exacta de cada uno de estos puntos por descubrir. Simplemente decir que desde uno de ellos, el mirador, hay una panorámica indescriptible de la Sierra de Béjar, de La Covatilla y también de las primeras estribaciones de la Sierra de Gredos.
LLUVIA DE HOJAS
Sentir una lluvia de hojas a cámara lenta sobre tu pelo no tiene parangón. Podrás sentirte como el protagonista de “Otoño en Nueva York” durante muchos minutos, dejándote acariciar por la caída de la otoñada.

Es absolutamente mágico. Es conmovedor. Es real. Es un baño de bosque literal, superando de lejos lo que los japoneses llaman Shinrin Yoku. El estrés desaparece a golpe de varita mágica de hojas de roble.
Sin embargo, otro de los mejores secretos de la ruta no está en tierra firme. Hay que dirigir la vista al cielo para encontrarlo.
Sobre nuestras cabezas planean buitres negros y buitres leonados, que aprovechan las térmicas para vigilar, hambrientos, nuestros apetitosos esqueletos. Ya no hay carroña para ellos. Tienen que buscarse la vida. Junto a ellos, una hermosa pareja de milanos reales.

Por supuesto, si usas prismáticos podrás deleitarte con la visión a lo lejos de águilas reales y águilas calzadas, por lo que Tonda se ha convertido en un magnífico spot para los fanáticos de la observación de aves.
EL CHIVATO DEL BOSQUE
Para terminar con los secretos, un habitante del bosque nos despide a su manera. Se trata del chivato entre la maleza. Sus graznidos sirven para avisar a sus vecinos de que seres humanos pululan por la zona. Este córvido está entrenado para dar la alarma y funciona como un reloj suizo.

El arrendajo nos dice adiós de forma estruendosa, recordándonos que simplemente somos meros visitantes en este hábitat. Nos anuncia que los secretos tienen que quedarse allí, bien guardados y conservados por la madre naturaleza.
Bella descripción de la ruta, amigo Edu! No falta detalle.
Una belleza de rincón y de paisaje, es cierto, pero la jornada fue redonda sobre todo porque el grupo que nos juntamos fue de diez. Así se disfruta el doble de la naturaleza y de los caminos: rodeado de buena gente. Un millón de gracias por tu comentario y por… Leer más »