FICHA TÉCNICA
Recorrido: El Gasco – Chorro de la Meancera – El Gasco
Identificación: Chorro de la Meancera
Distancia: 2,07 kilómetros
Circular: NO (lineal de ida y vuelta)
Dificultad: Fácil (por la distancia)
Tiempo total: 1,5 horas
Tiempo en movimiento: 1 hora
Cota máxima: 845 metros
Cota mínima: 727 metros
Desnivel máximo: 106 metros
Recomendable con niños: SI
Recomendable para inexpertos: SI
Mejor época: Invierno y Primavera
Tic, tac, tic, tac. Tic… Se ha detenido el reloj. Se ha parado el tiempo. El Gasco, en la comarca cacereña de Las Hurdes, tiene el encanto del ayer. Es una localidad con imagen retro, absolutamente vintage.
No es una pose. Tampoco un reclamo turístico. Es la realidad de su día a día. En esta alquería viven al compás de los rayos del sol. Los cronómetros no son bienvenidos.
Desde luego, este panorama nos retrotrae a 1932, el año en el que Luis Buñuel grabó una cinta de 27 minutos en blanco y negro que impactó al mundo: «Las Hurdes, tierra sin pan«.
Considerado como una de las mejores películas documentales del séptimo arte de todos los tiempos, este docu rodado con apenas 20.000 pesetas de presupuesto, reflejaba el abandono de la comarca, la pobreza y el enorme retraso de sus habitantes respecto al resto de España.
Sin embargo, es mejor no tocar este tema «in situ». Es un consejo. Los paisanos de esta tierra no quieren ni oir hablar de Buñuel. Aseguran que manipuló, engañó y exageró con su obra. Que falseó algunas tomas para hacerlo más impactante, para conmocionar al mundo entero. Y de hecho lo logró.
Sea como fuere, hoy en día, en pleno siglo XXI, los hurdanos todavía viven de lo que les depara la madre naturaleza: miel, olivo, patatas, cereales, corcho, carbón de brezo, etc. Por fortuna, en la actualidad ha explosionado el turismo rural en la zona.
Su mayor reclamo turístico son las casas hurdanas, construidas con piedra de pizarra y cubiertas con lajas de pizarra. Estas tradicionales viviendas, cuyo origen es prerromano, presumiblemente celta, tienen similitud con las pallozas del noroeste peninsular.
Esta vez nuestro paseo es más por la historia que por la naturaleza. La excursión es muy corta para disfrutar de un salto de agua de 100 metros de caída, impresionante en época de lluvias. Nosotros sólo vimos un hilo de agua, ya que en la cumbre estaban embalsando el agua para luchar contra los incendios forestales.
Regresamos al pueblo y adquirimos el oro líquido de la zona: miel de bellota, con un sabor y un color como jamás habíamos visto antes.Merece la pena probar diferentes tipos de miel en esta zona. De verdad. Os van a sorprender positivamente.
Por la tarde nos acercamos con el coche hasta el Meandro Melero. Pero eso es otra historia…
